Impacto del consumo crónico de agua fluorada durante el desarrollo de la rata macho adulta sobre el estado afectivo y su relación con la expresión de los receptores 5-HT1A en los núcleos del rafe

Abstract

derecho humano universal y un componente primordial de políticas públicas dirigidas a la protección de la salud (WHO, 2011). El agua, además de ser el principal componente de los organismos vivos, es un vehículo de sales y minerales esenciales para el desarrollo de los mismos. Sin embargo, también transporta contaminantes químicos, físicos y biológicos. Ejemplos de elementos potencialmente tóxicos para la salud presentes en el agua son: plomo (Pb), arsénico (As), aluminio (Al), cobre (Cu) y flúor (F-), por mencionar algunos (WHO, 2011). La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece lineamientos y recomendaciones para el manejo de riesgos sanitarios que pueden comprometer la seguridad del agua potable tanto en aspectos de calidad, como de acceso y manejo de la misma. En México, la Secretaria de Salud (SSA) es el organismo gubernamental encargado de establecer las disposiciones y especificaciones sanitarias que debe cumplir el agua para consumo humano. A nivel internacional la OMS recomienda una concentración de 1.5 ppm de flúor en el agua para consumo humano, mientras que a nivel nacional la SSA recomienda 0.7 ppm como límite máximo permisible (NOM-201-SSA1, 2015; WHO, 2011). No obstante, se ha reportado en diferentes partes del mundo que la concentración del flúor en aguas subterráneas puede ir desde 0.5 hasta 48 ppm (Fawell et al., 2006; Jha, Sharma, y Damodaran, 2011). En México, las concentraciones de flúor van desde 1.5 hasta 2.8 ppm, aunque se pueden encontrar valores de 7.8 ppm (Fawell et al., 2006). Hurtado y Gardea-Torresdey (2004) reportaron que el 42% de los suministros de agua en la región de Los Altos de Jalisco presentan concentraciones fuera de norma, encontrando valores de hasta 18.58 ppm.