Remodelación de casa-habitación a academia de ballet en Guadalajara, Jalisco

Abstract

Bailamos por una necesidad interior, mucho más cercana al campo espiritual que al físico, constituye formas de expresar los sentimientos: deseos, alegrías, pesares, gratitud, respeto, temor, poder. Bailamos para contar una historia, revivir algún acontecimiento, renovar hechos ocurridos. Hay que asumir las posturas y gestos adecuados al lugar, época y condición; se debe apelar a la escenografía y el vestuario o incluso una previa explicación oral o impresa. El arte del bailarín se ve limitado a las posibilidades de su cuerpo, al lugar que este ocupa en el espacio, al tiempo del desarrollo de su obra y a las leyes de la física. El género del ballet, tras pasar periodos de florecimiento y decadencia, presenta en la actualidad un panorama bastante ecléctico que brinda distintas posibilidades de manifestarse a intérpretes y creadores. Noverre (1727-1810), impuso al ballet su concepto de arte teatral despojado de amaneramientos y buscando la naturalidad, en la medida en que ella obedezca al concepto de imitación de la naturaleza. Después aparecería la corriente del romanticismo; en donde este, nada es natural, es una negación de la realidad, en la cual se exalta a la mujer, no en condición de madre, esposa o amante, sino como representación de lo inasible, una imagen del ideal soñado por el hombre, quien está dispuesto a sacrificar su vida por ese ideal.