Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: https://hdl.handle.net/20.500.12104/110129
Título: Trabajo remunerado, no remunerado y ocio en mujeres madres trabajadoras: explorando sus interacciones y percepción del uso del tiempo en México
Autor: Santos Huerta, María Alejandra
Director: Gutiérrez Vázquez, Edith Yolanda
Asesor: Rivero Fuentes, María Estela
Pacheco Gómez Muñoz, María Edith
Rosas Arellano, Jarumy
Palabras clave: Mujeres; Hombres Y Mujeres En El Mercado Laboral; Trabajo No Remunerado; Condiciones De Desigualdad Entre Hombres Y Mujeres; Desigualdad De Genero; Problema Publico;
Fecha de titulación: 15-jul-2024
Editorial: Biblioteca Digital wdg.biblio
Universidad de Guadalajara
Resumen: En los años treinta, Keynes (1930) propuso que la innovación tecnológica traería consigo una reducción de las horas de trabajo y ampliaría la posibilidad de destinar más tiempo para disfrutar la vida. Las primeras investigaciones sobre la relación de trabajo y ocio inician en los años cincuenta y buscan entender la relación entre el bienestar económico y el incremento de la productividad de las personas que trabajan (Guirao, 2011; Lobo, 2006; Spencer, 2001; K. Thomas, 1964; Tijani et al., 2020). Estudios como los realizados por Thomas (1964) y Herbert (1988) destacan que las personas desempeñan diferentes actividades que les producen gozo, placer y un nivel de satisfacción con el fin de compensar el tiempo que destinan al trabajo, el cual es considerado como una actividad non-grata. En este sentido, el ocio se refiere a aquellas actividades distintas a la rutina laboral del día a día y esta interacción subordina el ocio a cualquier tipo de trabajo. El desarrollo de la investigación sobre la relación entre el trabajo y el ocio fue tomando auge en las agendas de diversas disciplinas (Christiansen y Matuska, 2006; Costa et al., 2006; Hamermesh, 2014; Higgins et al., 1994; J. Kim et al., 2015; Modi, 2012; Ross, 1987; Spencer, 2001; Waibel y Rüger, 2018). En particular, esta relación se ha caracterizado como un balance (Beham et al., 2012; K. Brown et al., 2011; Higgins et al., 2000; Veal, 2020) o como un conflicto (Beutell, 2010; Cho, 2020; Craig y Brown, 2014; Shaw et al., 2003; L. T. Thomas y Ganster, 1995). Las relaciones de balance o conflicto se han definido para explorar el bienestar (Costa et al., 2006; Gramm, 1987; Haworth y Lewis, 2005; Mansfield et al., 2020; Milkie et al., 2010; Pereira y Coelho, 2013), la calidad de vida (Brajša-Žganec et al., 2011; Iwasaki, 2007; Lloyd y Auld, 2002; Saklani, 2003), el bienestar económico (Cho, 2020; Sánchez Peña y Amador, 2016; Spencer, 2001; Tijani et al., 2020) o el desarrollo humano de la población (Hammell, 2004; Haworth y Lewis, 2005; Klafke, 2017). Sin embargo, la investigación entre cuanto trabajar y cuanto ociar es escasa. Otro faltante en la agenda de investigación sobre la relación entre el trabajo y el ocio es el análisis contextual. Los estudios realizados y las definiciones planteadas no han logrado incorporar las diferentes realidades que las personas experimentan en su curso de vida, pese a que las distintas representaciones y significados del trabajo y del ocio son social y contextualmente determinadas (Page, 1996; Temkin y Cruz Ibarra, 2018; White, 2004; Zuzanek y Mannell, 1983). El contexto es un elemento fundamental que integra en el análisis de esta tesis. En ese grupo de investigaciones el trabajo se ha definido a partir de su relación con la remuneración, con el lugar de la realización de las actividades (doméstico y extradoméstico), y con el tipo de actividades que se realizan. En principio, el trabajo es dividido entre remunerado y no remunerado (Noguera, 2011; ONU Mujeres, 2013). El trabajo no remunerado a su vez se subdivide en trabajo doméstico y del cuidado (De Oliveira y García Guzmán, 2012; García Guzmán y De Oliveira, 2007; Noguera, 2011) . El doméstico incluye actividades como mantenimiento cotidiano, gestión y administración del hogar, compra, preparación y servicio de alimentos, limpieza del hogar, aseo de la ropa, o actividades de cultivos, o crianza de animales para autoconsumo. Por otro lado, el trabajo del cuidado corresponde al cuidado de niños, enfermos, adultos mayores, que necesitan atención en mayor o menor medida dentro de los hogares. Todas estas actividades para producción o servicio propio o de terceras personas dentro del hogar sin remuneración a cambio. El trabajo doméstico y el trabajo del cuidado también se realizan de manera remunerada cuando se otorga el servicio a otras personas diferentes al hogar y es retribuido con un pago a cambio por el servicio prestado (García Guzmán y Pacheco Gómez Muñoz, 2014; Noguera, 2011) . Por ejemplo, el trabajo doméstico remunerado es el de una empleada doméstica que recibe un pago a cambio de su trabajo, a lo largo de esta tesis el trabajo doméstico remunerado se agrupará dentro del trabajo remunerado. Los estudios respecto a la interacción entre el trabajo y el ocio han utilizado estas distintas definiciones del trabajo para entender cómo las personas organizan sus actividades. Existe literatura sobre la relación entre el trabajo remunerado y no remunerado (Amilpas García, 2020; Armas et al., 2009; De Oliveira y García Guzmán, 2012; Durán Heras, 2012; Gammage y Orozco, 2008; García Guzmán, 2019; Guadarrama Olivera et al., 2012; Higgins et al., 2000; Kay, 1998; Reif y Drovetta, 2019; Rendón, 2001; Sánchez Peña y Amador, 2016; Sandoval Carvajal y González Vega, 2015; Townsend et al., 2017), trabajo remunerado y ocio (R. B. Brown y Adebayo, 2004; Burk et al., 2020; Carlson et al., 2006; Dart, 2006; Kilic, 2018; Liang, 2018; Parker y Skoufias, 2000; Shaw et al., 2003; Snir y Harpaz, 2002; Townsend et al., 2017; Tsaur et al., 2012; White, 2004), incluso trabajo doméstico y del cuidado y ocio (Gammage y Orozco, 2008; Kay, 1996, 1998; White, 2004). Los estudios respecto a la interacción entre el trabajo remunerado, el trabajo no remunerado y el ocio son escasos y con enfoques limitados a temas de salud física y salud mental. Por ejemplo, Bird y Fremont (1991) demuestran que la salud de la mujer a lo largo de su vida está más deteriorada que la de los hombres, a pesar de que ellas suelen ser más longevas. Entre las causas de esta disparidad están la distribución inequitativa del trabajo doméstico, la desigualdad en la educación, ingresos menores que los hombres y la división de trabajo por género. Al ser ellas las principales responsables de las actividades de trabajo doméstico y del cuidado (Bird y Fremont, 1991) tienen una sobrecarga del trabajo total. Las labores cotidianas ya sea trabajo remunerado o no, responsabilidades familiares, actividades de gozo, de recreación y descanso, cuidado personal y de otros o cualquier otra implican una interacción entre ellas. En ocasiones la realización de estas actividades puede generar un conflicto en la persona ante la falta de tiempo, recursos económicos o momentos y espacios adecuados para realizarlas, es decir, es posible que las personas experimenten pobreza de tiempo (Damián González, 2013). Por ello, la búsqueda de una relación de balance es necesaria, ya que permite alcanzar el bienestar al integrar las distintas labores (Byron, 2005; Cho, 2020). El soporte familiar, laboral y social pueden ser determinantes para favorecer la relación de balance entre trabajo y ocio o por el contrario lo conviertan en una relación de conflicto (Liang, 2018). El nivel de satisfacción que genera la interacción entre los diferentes roles de la vida cotidiana, la preferencia por realizar unas actividades frente a otras y la relevancia, debido a las responsabilidades adquiridas, son determinantes para definir la percepción individual y colectiva de esta relación. La interacción entre las actividades que la persona realiza como trabajo, ocio, descanso, responsabilidades familiares, relaciones familiares y sociales (Haworth y Lewis, 2005; Mansfield et al., 2020) dependen de sus preferencias individuales. Las personas buscan cubrir sus necesidades básicas y, en la medida de lo posible, elevadas de acuerdo a sus condiciones personales, gustos, aficiones e intereses, es decir, buscan mejorar su bienestar general. Por ejemplo, Tsaur, Liang y Hsu (2012) observan la relación de conflicto entre el trabajo y el ocio en ambos sentidos, es decir, cómo el trabajo impide la realización de actividades de ocio y por el contrario, como el ocio implica un conflicto para la realizar de las actividades laborales. En sentido opuesto, Liang (2018) realiza un estudio sobre cómo el trabajo facilita el ocio y viceversa desde perspectivas laborales y sociales en las que interactúan estas dos dimensiones. Otra forma de análisis que se utiliza con frecuencia es por medio del tiempo dedicado a las actividades: se mide los rendimientos crecientes o decrecientes que producen en la persona en aras de la productividad (Cuenca Cabeza, 2000; Gratton y Taylor, 2004) o de su valor de remplazo (Gammage y Orozco, 2008; García Guzmán y Pacheco Gómez Muñoz, 2014). En el primer caso su medición presenta un problema en el que se sobreponen las actividades o se realizan en multitasking, lo que dificulta el análisis de uso de tiempo. En el segundo caso, para asignar un valor de reemplazo es difícil contratar en el mercado las diferentes actividades de trabajo no remunerado, ya que estas actividades implican un vínculo afectivo adicional. El tiempo que se destina a realizar cada una de las actividades cotidianas es importante, así como el momento. Un ejemplo de ello es el trabajo remunerado que se realiza durante fines de semana o en horarios como el nocturno, que alteran el rol familiar de las personas involucradas, diferenciando el tiempo de ocio disponible y actividades cotidianas de descanso y convivencia familiar (Craig y Brown, 2014). Otras miradas multidisciplinarias han relacionado el uso del tiempo de las personas en actividades de trabajo remunerado y responsabilidades familiares y actividades de gusto y recreación. Algunos ejemplos de ello son el trabajo realizado por Laurijssen y Glorieux (2013) en el que estudian la presión de tiempo y la relación familia-trabajo que las mujeres jóvenes experimentan, principalmente aquellas con hijos pequeños. Este estudio lo realizan basándose en una escala Likert de cinco puntos para medir la percepción que tienen al respecto. Por su parte la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), (2011) integra en el índice “balance vida-trabajo” el uso del tiempo y su relación con las actividades laborales, vida personal, familiar, y actividades de ocio en términos del bienestar que genera en las personas y la interacción en su vida. Las relaciones entre las diferentes formas de trabajo y el ocio en el contexto personal y social, repercute en el bienestar individual y colectivo. Por ello, la incorporación del contexto en el estudio de la percepción que las personas tienen respecto al tiempo destinado a estas actividades cotidianas es relevante, en especial las condiciones del contexto que se interrelacionan con las normas de género.
URI: https://wdg.biblio.udg.mx
https://hdl.handle.net/20.500.12104/110129
Programa educativo: DOCTORADO EN POLITICAS PUBLICAS Y DESARROLLO
Aparece en las colecciones:CUCEA

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